Estaba como loca por hacer algo que le arrancara una enorme sonrisa y que le hiciera sentirse orgulloso de su mamá, así que no tardé mucho en dar en el blanco: Bob Esponja. La esponja tontorrona y simpática que le tenía hipnotizado seguro que le haría feliz. Así que me dispuse a diseñar mentalmente cómo hacer una tarta para un montón de invitados, unos 25-30, sin que nadie se quedara con las ganas de probarlo. He de reconocer que yo para las raciones soy muy exagerada y me agobia pensar que me haya quedado corta.
Cuando horneé el primer bizcocho, un MSC al aroma de limón, me di cuenta de que iba a quedar muy estrecho, con poco cuerpo, así que hice otro MSC con aroma de chocolate. Usé ganaché de chocolate blanco para el relleno y dulce de leche para "pegar" el fondant.
El montaje de la enorme tarta fue un poco problemático, porque se me rompía el fondant amarillo cada vez que trataba de llevármelo al bizcocho. Finalmente lo conseguí, pero tuve que reparar un par de defectillos. El resto del montaje fue coser y cantar, aunque acabé agotada.
Aquí dejo el resultado en imágenes y el corte que, personalmente, me encanta, porque aunque fue improvisado, quedó precioso y muy rico.
El corte:
Y, cómo no, la sonrisa de mi niño, fue lo mejor de esta tarta. Un día de esos que sé que nunca olvidará.
Guapísima, esta tarta la tengo pendiente de hacer, yo nunca utilicé el fondan y la verdad que me da miedo pero es que os veo esas tartas tan preciosas..... que tengo que empezar. Besinos
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